lunes, 12 de diciembre de 2016

Bulgaria: en Europa los fascistas no ganan todas las elecciones.



El mes pasado Rumen Radev, “el general rojo”, ganó las elecciones presidenciales en Bulgaria.

Se trata de un antiguo general del ejército que se ha presentado como independiente en las listas del Partido Socialista de Bulgaria. Pocos han informado del resultado de dichas elecciones y entre quienes lo han hecho ha vuelto a relucir la palabra mágica: ¡qué sorpresa! Nadie se lo esperaba.

Su principal rival, la oficialista Tsetska Tsacheva, sólo obtuvo un 35 por ciento. Era la candidata de Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria, el partido del Gobierno. Hasta entonces ocupaba el cargo de presidenta del Parlamento del país. Su derrota abrió una crisis de gobierno, ya que el primer ministro, Boyko Borisov, tuvo que dimitir al no ganar su candidata.

Anteriormente Radev, de 53 años de edad, fue el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea búlgara. Ganó las elecciones con el 65 por ciento de los votos. El doble. Hay que ponerlo manifiesto para comprobar que en Europa las elecciones no sólo deben ser noticia cuando las ganan los partidos fascistas.

Radev y el Partido Socialista han basado su éxito en la denuncia de la Unión Europea y la propuesta de un acercamiento a Moscú. El 13 de noviembre el diario ruso Kommersant fue un poco más lejos (*) y dijo que el triunfo socialdemócrata puede afectar también a la OTAN. Si miramos la ubicación de Bulgaria en el mapa, dentro de los Balcanes, a la orilla del Mar Negro, vecino a Turquía, extraeremos interesantes conclusiones sobre lo que realmente está ocurriendo en aquella región. Lo mismo diríamos si tuviéramos en cuenta la situación en otros países, como Macedonia.

Los acontecimientos van siempre en la misma dirección y algunos países van rectificando antes que otros. Por presiones de Estados Unidos, Bulgaria perdió su ocasión cuando renunció al tendido del South Stream, el gasoducto que debía abastecer de gas a los países del sur y el este de Europa. También renunció a unas magníficas rentas en las arcas a cambio de… nada. Absolutamente nada.

Está rectificando hasta Putin. Para que la Unión Europea no vuelva a imponer el veto a Gazprom por prácticas monopolistas, han ofertado una solución a la turca, aún más beneficiosa para los países de tránsito: los rusos están dispuestos a crear empresas conjuntas, cediendo una parte importante de los beneficios. La empresa adjudicataria del suministro ya no sería Gazprom sino nuevas empresas radicadas en la propia Unión Europea.

Para que la OTAN instalara en el país el escudo antimisiles, el anterior Jefe del Estado, Rossen Plevneliev, nunca se cansó de atacar a Rusia apara agradar los oídos a sus amos en Washington y en Bruselas. Ahora con Radev eso es muy probable que se acabe. De momento ya ha dicho que está en contra de la prórroga de las sanciones de la Unión Europea a Rusia y que “comprende” la anexión de Crimea.

Todo indica que, finalmente, será el “núcleo duro” de la Unión Europea, encabezado por Alemania, el que acabará llegando a un acuerdo estratégico con Rusia. Tiempo al tiempo.

(*) http://kommersant.ru/Doc/3142632



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