miércoles, 18 de marzo de 2015

La ayuda soviética en el cielo de Madrid.


Madrid, 1936. Las tropas de Franco inician el asalto a Madrid, sus aviones italianos y alemanes decargan sus bombas contra el pueblo de Madrid, asesinando a ancianos, mujeres y niños. Ignacio Hidalgo de Cisneros, militar de carrera, permanece leal a la República frente al golpe fascista. Él era el Jefe de las fuerzas aéreas de la República. Aquí relata lo que supuso la ayuda soviética en el cielo de Madrid durante los días más difíciles de la guerra para el pueblo de Madrid:

"Durante aquellos críticos días, la aviación enemiga trabajaba a placer, pues la nuestra había sido prácticamente anulada. Los aviones fascistas podían pasearse con toda tranquilidad, dueños absolutos del aire, bombardeando y ametrallando con unaimpunidad completa.

Creo que fue el 5 de noviembre cuando la primera escuadrilla de cazas que nos había enviado la URSS, puesta a punto, emprendió su vuelo desde Albacete en dirección a Alcalá de Henares. Allí se prepararon para realizar al día siguiente su primer servicio. Yo fui a Madrid a presenciarlo.



El 6 de noviembre por la mañana aparecieron los "Junkers" de bombardeo alemanes, acompañados por una escuadrilla de cazas "Fiat" italianos. Sin la menor preocupación se dispusieron, como tenían por costumbre, a bombardear y ametrallar, con toda impunidad los frentes de Madrid y la capital. En aquel momento, y antes de que las sirenas terminasen de dar la alarma, un grupo de aviones con los emblemas rojos de la aviación republicana, surgen en el cielo de Madrid y se lanzan ágiles, rápidos y potentes contra los aparatos fascistas.


No puedo y lo confieso, describir, aún ahora, mis reacciones ante aquello. Estaba tan excitado, que lo raro fue que no me estallara el corazón.



El espectáculo que pudieron ver los madrileños aquella mañana fue algo grandioso, de los que no se olvidan jamás. Los continuos e impresionantes zumbidos de los motores, cuando los pilotos se lanzaban contra los "Junkers" en un picado casi vertical, y el que los fascistas no tirasen sus bombas, hicieron comprender al pueblo de Madrid que algo nuevo, alguna cosa inesperada estaba ocurriendo.


La gente abandona sus refugios, se lanza a la calle y, sin acordarse del peligro de las bombas, aquel pueblo que había estado sufriendo día tras día, sin poderse defender de los terribles bombardeos enemigos, presencia con emoción inenarrable la primera batalla aérea en defensa de su ciudad.


Entre las acrobacias de los combates y el ruido de las ráfagas de las ametralladoras, los madrileños vieron cómo los aviones republicanos derribaban, uno tras otro, nueve aviones enemigos, mientras el resto de las escuadrillas fascistas salían huyendo, cada uno por su lado, perseguidos por los cazas de la República.

Los madrileños, locos de alegría, con lágrimas en los ojos, daban vivas a la aviación republicana. Y lo que verdaderamente me sorprendió, pues creía que habíamos guardado muy bien el secreto de la llegada de aviones soviéticos, fue que también vitoreaban a la Unión Soviética con un entusiasmo y un júbilo imposibles de describir"


La Gran Vía de Madrid cambió su nombre por Avenida de la Unión Soviética
 
 
 

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