Últimamente, las huellas del nazismo en el fútbol moderno suelen verse en jugadores aislados que reivindican con mayor o menor intensidad símbolos vinculados con el nazismo alemán o el fascismo italiano. Sin embargo, durante la temporada 1992/93 del fútbol italiano, fue una institución entera la que quedó involucrada en una asociación con el nazismo.
El vínculo entre el fútbol y el fascismo data de la época de Mussolini, quien vio en el fútbol un vehículo ideal para transmitir la ideología fascista. Fue por eso que el dictador puso tanto esfuerzo en profesionalizar y unificar la liga de fútbol local y no descansó hasta lograr que el mundial de 1934 se realizara en su suelo, con los mismo fines de propaganda política que persiguió Adolf Hitler con los Juegos Olímpicos de 1936.
Desde la posguerra hasta nuestros días, no obstante, se han hallado rastros de fascismo y nazismo en diferentes instituciones, hinchadas y jugadores. Los casos más renombrados suelen ser los del club Lazio (en particular de la facción “Irriducibili” de su hinchada) y los de jugadores como Paolo Di Canio o Gianluigi Buffon.
Pero el caso de la Fiorentina de la temporada 1992/1993 ha quedado en la retina por siempre, ya que la manifestación ultraderechista estaba -nada más y nada menos- que en el propio diseño de la camiseta. La casaca visitante que diseñó la empresa Lotto formaba en la parte superior varias esvásticas; es decir, el milenario símbolo sánscrito que a partir del Siglo XX ha quedado asociado con el nazismo.
La tormenta mediática se desató cuando un lector del periódico L’Unità llamó la atención sobre el particular diseño de la camiseta. El club toscano y la marca de indumentaria salieron al cruce de las críticas, afirmando que se trataba de formas que se conjugaron de forma totalmente casual y fortuita. Inmediatamente, quitaron el modelo de camiseta del mercado y sustituyeron la camiseta por una totalmente blanca.
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