Félix, de 35 años y padre de dos hijas, no ocultaba su ideología. “Él iba diciendo por ahí que era neonazi. Estaba orgulloso”, comenta otro vecino. Tiene tatuada el águila nazi sosteniendo una esvástica en el pecho. En el bíceps derecho, que cultiva en el gimnasio, también tiene tatuado el símbolo de las SS hitlerianas, y en la cintura el símbolo de la muerte guadaña en mano. Además, no hace mucho mostraba orgulloso las fotos que se había hecho en su dormitorio, presidido por una enorme bandera del partido nazi.
En Montalbán nadie quería problemas con Félix, según cuentan sus vecinos. “El otro día se plantó en un bar y sacó un enorme machete. Nadie quiso mirarle a la cara”, contaba ayer una chica, que minutos antes lo había visto, escopeta en mano, por la azotea de la casa de sus padres, a los que mantuvo secuestrados durante tres horas hasta que se entregó a la Guardia Civil.
Félix había trabajado como frigorista en una empresa de aire acondicionado hasta hace apenas dos años. Se había superado de su mujer, de la vecina localidad de La Rambla, a apenas tres kilómetros de Montalbán. Con ella había protagonizado también graves episodios de violencia machista. De hecho, llegó a tener una orden de alejamiento que ayer no estaba en vigor. La orden había caducado, ya que la mujer no había solicitado su prórroga.
“Aquí siempre que ha habido problemas o peleas estaba él metido”, detallaba otra chica. “Le encantaba”, confiesa. Ahora, Félix duerme en un calabozo de la Guardia Civil mientras el agente al que le disparó a bocajarro está en el hospital de Montilla en estado grave.
Se entregó ayer después de más de tres horas de secuestro. Se atrincheró en su casa, con sus padres, a los que amenazó con matar si la Guardia Civil entraba a por él. Un equipo de negociadores del instituto armado, junto a una de sus hermanas, lograron convencerle de que depusiera su actitud. Fuera, un enorme dispositivo policial se preparaba para asaltar la vivienda. Una treintena de agentes del grupo especial de la Guardia Civil se disponía a poner fin a la última fechoría de Félix El Nazi, que acabó por entregarse.
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