Este fin de semana, cientos de neonazis de la ciudad Heidenau cerca de Dresde en Sajonia, intentaron impedir que 600 refugiados inmigrantes se instalaran en un viejo mercado de materiales para la construcción.
Es solo la punta del iceberg en un clima agitado por los planes racistas del gobierno que alienta la violencia abierta contra los inmigrantes. El día viernes 21 300 refugiados llegaron con varios buses a la ciudad en el este del país para instalarse en un viejo mercado para materiales de construcción transformado en centro de acogida para 600 refugiados que esperan los trámites del pedido de asilo.
El partido de ultraderecha NPD había convocado a impedir que los buses llegasen al centro. Para esto durante todo el día viernes cientos de personas cortaron la calle principal de Heidenau, insultando a los inmigrantes como animales o con gritos como "Fuera extranjeros" y cantando canciones de ideología nazi prohibidas. Al atardecer la concentración se desarrolló y más de mil personas lanzaron cocktail molotov, piedras, botellas de vidrio, artefactos explosivos y madera al centro de acogida y a las unidades de policía presentes de las cuales decenas resultaron heridos. La policía se mantuvo pasiva y no controló los desmanes. Solo acercándose a la una de la madrugada cuando llegó el primer bus con los refugiados, y acabó con el corte de calle lanzando gas lacrimógeno y deteniendo a algunas personas.
Durante toda la noche 200 personas quedaron alrededor del centro de acogida gritando y atacando a los refugiados. El sábado se volvieron a reunir cientos de neonazis llamados por grupos fascistas locales como "Heidenau escucha, la milicia nacional“, con el NPD frente al centro, donde ya estaban unos 300 refugiados. En una manifestación volvieron a atacar a los inmigrantes con artefactos explosivos, piedras y botellas de vidrio. Nuevamente la policía voluntariamente dejó pasar a los ataques racistas violentos con total impunidad.
El día domingo la policía impuso una zona de vigilancia, aumentó su cantidad e incluso llevaron dos carros lanza-agua. Justamente ese día el grupo "Dresde sin nazis“ y varios grupos anti-fascistas había viajado a Heidenau para manifestar su solidaridad con los refugiados. Unos 500 manifestantes de izquierda se solidarizaron con los inmigrantes y rechazaron la violencia racista de los neonazis y el actuar de la policía que atacó brutalmente y vigiló a los manifestantes de izquierda. Algunos refugiados de Siria o Afganistán dijeron que huyeron de la guerra y ahora se repite la guerra acá o que en su país la situación era insegura pero acá tampoco se sienten seguros.
Muchos compararon los acontecimientos de Heidenau con el pogromo más grande después de la segunda guerra mundial en Alemania donde, en 1992, miles de personas sitiaron por varios días un centro de refugio para inmigrantes en la ciudad marítima Rostock incendiando el edificio con cientos de inmigrantes y grupos de periodistas adentro, sin ninguna intervención policíaca.
De hecho, tal como el pogromo en Rostock hace 23 años, los ataques violentos de Heidenau tienen lugar en un clima profundamente reaccionario. La única respuesta del gobierno y los partidos burgueses frente a la "crisis migratoria", es la destrucción de la más mínima esperanza de encontrar una vida mejor a través de la represión y la deportación. Europa se transforma en una catástrofe humanitaria para los inmigrantes, como se puede observar en el mar mediterráneo donde cada semana mueren cientos de refugiados para llegar a la isla italiana Lampedusa, en la situación de los refugiados en Atenas o Kos en Grecia que es una verdadera vergüenza para el gobierno "de izquierda" de Syriza, en el Eurotunnel entre Francia y Gran Bretaña o en Macedonia.
Ante el cálculo de que llegarán más de 800.000 inmigrantes a Alemania este año, todos los partidos burgueses están de acuerdo en eliminar el derecho democrático a asilo. Ya se están construyendo "campos" para refugiados del sudeste de Europa en la región fronteriza para acelerar el proceso de deportación y hay un debate en curso sobre el restablecimiento del control fronterizo.
Por su parte, el partido Die Linke (La Izquierda) deja de lado posiciones como el "No" a las exportaciones de armamento o a intervenciones de la Bundeswehr. Nada parecido a una alternativa clara a favor de los explotados y oprimidos, sino más bien un paso más en su curso oportunista para mostrarse confiable como administrador del sistema hacia las elecciones generales en 2017.
En esta situación la persecución a los refugiados aumentó hasta el punto de llegar ataques diarios a centros de acogida o inmigrantes en todo el país. El mismo fin de semana grupos de derecha quemaron un futuro centro de acogida en el sur-oeste del país y ya anunciaron protestas contra un nuevo centro en Sajonia. El año pasado, el movimiento anti-inmigrante y anti-europeo Pegida movilizó en la ciudad Dresde por varias semanas a decenas de miles de personas.
La hipocresía de todos los políticos llega al máximo al rechazar los hechos de Heidenau. El Ministro de Interior Thomas de Maiziére (CDU) denunció la violencia contra los refugiados como "indigna e inaceptable“. El vocero de la Cancillera Angela Merkel dijo que eran "repugnantes“. El Ministro de Economía y vice-canciller Sigmar Gabriel (SPD) afirmó que "esta chusma no tiene nada que ver con Alemania".
Todos se muestran preocupados pero su culpa es doble. Primero porque alientan con su campaña reaccionaria contra el "abuso del asilo“ y los "refugiados económicos“ el clima racista y la violencia directa contra los inmigrantes. Segundo porque son los culpables del empeoramiento en las condiciones de vida de las capas medias bajas mientras las grandes multinacionales alemanas aumentan sus ganancias año tras año o son rescatados con miles de millones de Euros.
Es más, no tienen un verdadero interés en acabar con la violencia racista en las calles porque para sus planes anti-inmigrantes les sirve un clima reaccionario donde los refugiados no ven ninguna posibilidad a vivir tranquilamente. Su propia política, que restringe los fondos para los cada vez más precarios centros de acogida (donde en los meses de verano se extendieron muchas enfermedades y médicos solidarios hablaron de "condiciones de guerra“) y el aumento de las deportaciones que próximamente pasará los 10.000 va en el mismo sentido.
La izquierda, junto con el movimiento de los refugiados que en los últimos años constituyó el movimiento democrático más importante, los estudiantes y los trabajadores, que en los últimos meses vivieron un proceso dinámico de huelgas, tiene la tarea imperante de defender a los inmigrantes frente a los ataques racistas en las calles y del gobierno, e impulsar un gran movimiento democrático por los derechos de los refugiados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.