
El 17 de abril de 1996, en el Dorado dos Carajas, Brasil, fueron asesinados 19 campesinos organizados en el MST, hoy a 17 años los responsables siguen impunes, en estos tiempos frente a la ofensiva de las transnacionales sobre nuestro continente, con el afán del capitalismo financiero de privatizar y mercantilizar la tierra, la agricultura y la naturaleza, las luchas y resistencias campesinas se multiplican en todas las regiones. Los agronegocios, en su ambición desmedida, han respondido con violencia, ilegalidad y corrupción, llevándose la vida de cientos de campesinos y campesinas en México, Guatemala, Honduras, Colombia, Paraguay, donde vemos a la policía y ejércitos asesinando y violando los derechos campesinos; pero también en Venezuela, Argentina, Brasil, pistoleros y paramilitares asesinan campesinos cuando las organizaciones se enfrentan al saqueo de las transnacionales agro minera y oligarquías locales. A esta violencia se suma un proceso de criminalización de las luchas campesinas y una gran ofensiva sobre las semillas criollas, donde nuevos proyectos de ley en todo el continente avanzan para legalizar y masificar transgénicos y obstaculizar el uso y circulación de nuestras semillas tradicionales.
Los acuerdos de libre comercio fomentan las empresas transnacionales y un modo de producción industrializado capitalista que depende en gran medida de los agroquímicos. Además han aumentado los desalojos, la expulsión y la desaparición de campesinos. Los acuerdos de libre comercio anteponen el lucro frente al resto de derechos e intereses.
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