Podría volver a describiros
cómo un ejército, mercenarios nazis y un gobierno legitimado por mas de
medio mundo, están asesinando y torturando a miles de personas por
simples motivos de odio e intereses económicos, pero seguramente los que
lleguéis a leer esto lo sabréis perfectamente; y ya duele tanto
escribirlo, como verlo a diario, así que me niego a hacerlo nuevamente.
También podría volver a
reflexionar sobre el Comunismo, la lucha de los pueblos, la libertad… Y
seguiría siendo de igual manera infructuoso.
Éste escrito, cumpla finalmente su función o no, va dirigido a la
totalidad de la población, que como en anteriores ocasiones publiqué,
sería incapaz de mantener los ojos abiertos más de un segundo al
presenciar tan injustificable masacre.
Lo escribo en un momento
delicado, bastante delicado, de gran incertidumbre, cuando en la base
apenas sale un hilo de agua e los grifos, y ni puedo imaginar como
estarán en otras poblaciones más asediadas. Se perciben caras de
preocupación entre los milicianos más experimentados. El idioma es una
dificultad, pero poco a poco vas entendiendo parte de las
conversaciones, y sobre todo, interpretas gestos, caras, miradas. Me da
la sensación de que la Junta golpista de Kiev quiere echar el resto
antes de posibles toques de atención, vengan de donde vengan… (Al menos
esta es mi opinión). Están intentando tomar la región por todas partes, y
eso evidentemente se traduce en más muerte y destrucción.
Pero insisto, la motivación
que me lleva a parar un instante a escribir, no es volver a
transmitiros un parte de guerra. No se trata de eso. Sólo pretendo que
intentéis hacer el esfuerzo de sentir lo que he sentido al mirar tantos
ojos inundados del más absoluto dolor.
Te desgarra el corazón.
Dormir cada noche al lado de un gran hombre, que se preocupó por nuestro
bienestar desde que llegamos (en la medida que la actual precariedad
permite), que no descansaba hasta asegurarse de que la labor que
desempeñaba por su pueblo estaba concluida… y al día siguiente portar su
féretro rodeado de una familia e innumerables amigos rotos de dolor,
supera a cualquiera.
Hace un par de días, me
encontraba al otro lado de un río controlando un pequeño bosque y unos
caminos y senderos que daban acceso a una pequeña población de la región
de Donetsk, con el horrible sonido ambiente atronador de fondo.
Vigilábamos la retaguardia de la primera línea que intentaba asegurar la
zona de Yasunovata, castigada a diario durante el pasado fin de semana
por la artillería del ejercito ukro.
Transcurridas unas horas,
mi superior situado al otro lado del río para guardar la entrada del
camino principal del pueblo, me hizo señas para que me dirigiera hacia
el. Los vecinos nos habían sacado leche fresca muy fría y una especie de
carne rebozada que no supe identificar, pero que agradecías enormemente
después de tanto rato bajo un insufrible sol, con botas, pantalón
largo, chaqueta, un pesado chaleco y demás accesorios indispensables;
mas aún cuando la botella de agua que teníamos en el vehículo casi se
evaporaba de la alta temperatura.
Mientras tomábamos dicho
refrigerio varios vecinos se acercaron, agradecieron mi labor, nuestra
labor, y me dieron muestras de profundo y sincero respeto por haber
venido desde tan lejos para apoyar su defensa. Mi “khomandir” ya les
había estado contando nuestro periplo.
Al rato, una preciosa niña
de unos 10-12 años se acercó junto con su perro, ya que su padre se
encontraba charlando con nosotros. De pronto reconoció mi cara y el lazo
republicano de mi muñeca al haberlo visto días atrás en la televisión
en una de las entrevistas que nos realizaron (entrevistas que por cierto
desesperan, no porque considere que no puedan ser de utilidad, sino
porque se te ocurren mil cosas mejores que hacer en esta tierra dada la
situación actual). Al verme sonrió, una de esas sonrisillas
semi-avergonzadas al encontrarse allí junto a alguien que había visto en
TV, una linda sonrisa.
Dos horas después,
encontrándonos de nuevo en nuestras posiciones, un compañero me alertó
de que tenía que regresar rápidamente al vehículo. Corres como nunca lo
has hecho al escuchar cada vez más cerca los estruendos de tu columna en
retirada y los bombazos de la artillería enemiga. Monté en el coche que
me esperaba con la puerta abierta y ya en movimiento. Había que
marcharse con total celeridad, ya que habían llegado significativos
refuerzos del ejército fascista y no se podía mantener la posición sin
comprometer la seguridad de la población; había que llevárselos de allí.
Vigilante desde la
ventanilla del coche, mientras abandonábamos el pueblo, observaba como
sus habitantes nos despedían con gritos de ánimo, aplausos y puños en
alto desde las puertas de sus casas. Entonces volví a ver a esa niña,
ella no aplaudía ni gritaba. Esa preciosa niña tenía dibujado en sus
ojos la imagen del más absoluto terror. Esa niña, que seguramente meses
atrás vivía feliz, iba al colegio y jugaba con sus familiares y amigos,
ahora sólo podía pensar en cómo de cerca caerían las balas y los misiles
en esta ocasión.
No sé cómo estará, no sé si
su pueblo ha sido bombardeado en estos días… es posible, ya que el
conflicto en la zona sigue siendo duro y constante.
Historias miles, diarias,
dramáticas. Las que llegas a conocer y las que no. Como para escribir
uno y cien libros cargados de sufrimiento y horror.
A los pocos días de llegar
aquí, discutía por wassap con un familiar directo acerca de porqué había
tomado la decisión de llevar a cabo esta “locura”. Comprometía mi
seguridad y la de mi familia. Por desgracia, como poco después ocurrió,
su seguridad y también su intimidad. Les dejaba sumidos en la mas
absoluta preocupación, con riesgos que ésto también conllevaba…
¿Por qué? Porque si algún
día mi pueblo, mi gente, mi familia y amigos, se encuentran sufriendo
una atrocidad semejante a la que padece esta población, solo podré soñar
y desear que mucha gente tome ésta misma decisión que yo he tomado; y
por que creo que a todos y cada uno de vosotros os ocurriría lo mismo.
Y cerca de cumplir un mes
en el Donbass os diré, que aunque a nadie le desearía tener que
presenciar y vivir esto, para nada me arrepiento de estar aquí. Aunque
sólo fuese para tratar transmitiros, como ahora intento hacer, de mi
puño y letra, cuánto sufrimiento producen los macabros intereses de unos
pocos.
Les culpo a ellos, son los
máximos responsables de esta terrible página de la historia. Al
presidente Petro Poroshenko y su gobierno golpista de ideología
nazi-fascista, al resto de estados de la UE, al de EEUU, y un larguísimo
etcétera…
Pero, y perdonarme por el
atrevimiento, también os culpo a todos los que con total indiferencia
miráis hacia otro lado, ponéis excusas vacías de argumentación, y no
hacéis absolutamente NADA por estos niños, estos ancianos, estas
personas que de manera independiente, y ajenas a ideologías, lo único
que quieren es recuperar una paz y libertad que les ha sido arrebatada
hace demasiado tiempo. Supongo que la comodidad de vuestras vidas no os
deja tiempo y/o ganas para más.
Os acuso de ser cómplices
silenciosos del asesinato, tortura y masacre de miles de personas.
Porque si queréis podéis conocer la verdad de lo que aquí ocurre, yo lo
hice previamente a mi traslado. Porque si queréis, entre todos, podemos
acabar con ello. Me dan igual vuestras ideologías y tendencias
políticas, aquí hay un gobierno y súbditos forzados que atacan a
población civil (con muchos de esos súbditos que ya se han negado a ello
y han pasado a formar parte de las milicias o han huido por temor a
represalias), y frente a ellos otra parte, una milicia formada en su
inmensa mayoría por trabajadores como vosotros, que con múltiples
tendencias, cierto es, la defiende.
Me enorgullece ver cómo
compañeros están luchando para detener el genocidio en Gaza, tenéis todo
mi apoyo. Pero al mismo tiempo me entristece profundamente observar
cómo muchos miran hacia otro lado en lo que al conflicto ucraniano se
refiere, no puedo entenderlo… ¿A qué teneis miedo? Es porque nos toca lo
suficientemente cerca que nuestra implicacion deberia ser mayor? ¿Es
porque está en nuestras manos exigir a nuestros respectivos gobiernos
que dejen de legitimar (y financiar en muchos casos) a otro gobierno que
está persiguiendo y aniquilando a gran parte de su población? ¿Acaso no
luchamos por la justicia y la libertad de los pueblos?
Son personas las que aquí
mueren a diario. Personas como TÚ y como YO. Que hasta hace muy poco
disfrutaban de la tranquilidad y comodidad que ahora estaréis sintiendo
en vuestros hogares, y que tan rápido como a ellos les fue robada, a
TODOS os la pueden arrebatar.
Se llama EMPATÍA, ponerse en el lugar del otro.
Se llama SOLIDARIDAD, no permitir esta injusticia.
Rafa, voluntario internacionalista español en las milicias populares de Donestk